Post excusa desde la tercera línea

Se acabó lo que se daba. 2008 se despide para siempre, a mí me mentan en un par de blogs, me anal-izan y agasajan con méritos tan desmedidos como dignos de agradecimiento y orgullo por venir de quien vienen, la sidra El Gaitero hace honor a su fama y okupa las mesas de nuestros humildes hogares mientras las uvas, envasadas por docenas, desaparecen de las estanterías de los supermercados y se dirigen a su ritual fúnebre, y todos nos llenamos la boca de propósitos de enmienda que se repiten impolutos año tras año. Podríamos reducir esta noche el año que se va a meses, los meses a días, horas, minutos y segundos, éstos últimos a nanosegundos, a infinitésimas de nanosegundo, hasta detener el tiempo en el momento en el que todo parecerá ir bien.

No deja de asombrarme el ser humano con su capacidad de imitarse a sí mismo. Aristóteles estaría profundamente orgulloso de nosotros. En unas horas y como un ritual vírico, millones de personas saldrán a la calle a celebrar la entrada de un nuevo año. Yo debería estar entre ellos, pero eso aún está por decidir.

Decidido.

Feliz año a casi todos.

Hoc non pereo habebo fortior me



Hace unos días estuve en Murcia y aproveché mi mañana libre para visitar la ciudad en la que me convertí en un hombrecico (sí, lo sé, quizá es exagerado, pero es que yo no hice la mili). En cuanto puse un pie fuera del bus comprendí que todo había cambiado. La ciudad me miraba de manera extraña, sin saber muy bien qué decirme, como uno de esos amigos a los que llevas años sin ver y que, incómodo, no sabe escapar del "¿Qué tal va todo?", balbuceando, totalmente perdido hasta exhalar con alivio un "Me alegro de verte; a ver si quedamos un día y nos contamos".


Caminé durante más de tres horas por la Gran Vía, las calles peatonales del casco viejo (Trapería sigue haciéndome sonreír), los aledaños de la Facultad de Letras... Casi podía ver sobre el suelo las marcas de mis pies dejadas años atrás, como en una de esas pelis de rastreadores por bosques nevados. Pero esta vez yo era el rastreador y el rastreado. Perseguí uno por uno mis recuerdos, apostándome en cada esquina para emboscarlos antes de que supieran que andaba tras de ellos. A algunos les dí caza en un bar: Juan, la ginebra con martini, las empanadillas con ensaladilla, el zumo de naranja con tortilla de patata, los periódicos de ayer (siempre de ayer) apilados al final de la barra, junto a las carpetas de los estudiantes, y esa música espantosa de radiofórmula que suena siempre a lo mismo. A otros los sorprendí en Santo Domingo: niños que corren como endemoniados unos tras otros mientras sus padres los desobservan sentados en los bancos de madera, junto a las joyerías de lujo embutidas entre terracitas de heladerías, inexplicablemente ajenos a los músicos de verdad que, venidos del este, tocan música de verdad tras un cartel que reza el manido "bodas, bautizos y comuniones"...

Todos esos jirones de mi memoria se me quedaban mirando cuando, sorprendidos, advertían el puntito rojo de mi mira láser sobre ellos. Ninguno pareció reconocerme, así que no tuve problemas de conciencia a la hora de apretar el gatillo. Decidí dejar para el final a los más peligrosos. Caminé sin prisa entre la gente, mirando al suelo, concentrado, obligándome a no pensar mientras repetía una y otra vez la letra de la canción que tiraba de mi alma desde mis oídos convirtiendo mis auriculares en agujeros negros celestiales, la canción que me desangraba a cada paso...

"Llueve en el canal, la corriente enseña el camino hacia el mar...
Todos duermen ya...
Dejarse llevar suena demasiado bien...
Jugar al azar...
Nunca saber donde puedes terminar...



O empezar"


Al fin, volví a verlos. Durante unos segundos, me detuve junto a la puerta de la librería que hay en los soportales. Allí estaban, como si no hubiera pasado ni un sólo día desde aquella noche. Un par de mis recuerdos se habían quedado todos estos años paseando junto a la catedral, entre cafés y chocolate caliente. Cuando los vi cogidos de la mano, prometiéndose la vida mientras se miraban a los ojos, no tuve otra que volver a ponerle la tapa a la mira de mi fusil.

Supongo que hay cosas que están destinadas a vivir para siempre.

El metapost

Algo más de ocho mil visitas, algo más de ochenta posts, algo más de cien comentarios... Se acaba el año y los programas de la tele recitan los acontecimientos de los últimos 365 días como si de la lista de los Reyes Godos se tratara, y yo, obligado por mi vergonzosa falta de originalidad y las prisas de bajar a cenar con mi familia, me dispongo a repasar el pequeño vicio en el que se ha convertido este blog: política, música, literatura, sociedad, crisis (what crisis?), personajes varios y divagaciones personales han ocupado mi tiempo de sobremesa estos últimos meses. Releyendo mis propios textos, en ocasiones acabo disintiendo de los mismos en fondo y forma, y otras, las menos, encuentro en sus entresijos mis convicciones más profundas (que no inamovibles). Cada palabra, cada ilustración y cada título (titulo mejor que escribo, la verdad) han tenido un por qué, el mío, sin más intención que la de disfrutar con el sano ejercicio de la escritura y huyendo en lo posible de lo impuesto, lo adoctrinado y adoctrinador, y lo políticamente correcto por encima de lo correcto a secas. Gracias a los que me habéis dedicado unos minutos y, sobre todo, a los que habéis dejado un jirón de pensamiento con vuestros comentarios. Es mentira que los que escribimos lo hagamos para nosotros mismos sin importarnos lo que piensan los demás.

Paz, amor y salud para el nuevo año.

Klaatu barada nikto

Poco a poco, y siempre a rebufo de la realidad social, la pléyade de estudiosos de la economía mundial van desentramando las causas y el rumbo (el destino aún está por anunciarse) de la crisis económica que, a modo de plaga bíblica, azota el mundo mal llamado civilizado (el otro lleva azotado desde hace siglos). Todos coincidieron en un principio que la crisis era de índole económica (tampoco había que ir a Harvard para saberlo), para después descubrirla como crediticia y abundar últimamente en el eufemismo "crisis de confianza". Yo voy a dar el siguiente paso, que en mi opinión fue el primigenio y desencadenante de todo cuanto se nos está viviendo encima: crisis de valores. Nos hemos ocupado de atender las "necesidades" de nuestros hijos con cuantas playstations nos han enviado desde el Japón, de atender las nuestras a base de coches y apartamentos en Torrevieja, y de procurarnos ropa del cortinglés quellegalabodadelamaripuriynotengoqueponerme. Ahora nos ha pasado como en los chistes malos: se ha bajado el telón y cuando se ha vuelto a subir, la película ha cambiado en lo que dura el intermedio. ¿Las razones? Pues una primordialmente: que detrás de todo eso que hemos comprado, detrás de aquello que hemos adquirido sin necesitarlo, incluso sin poder pagarlo... no hay nada. Nada. Bueno, sí, estamos nosotros, pero ya no somos nadie sin nuestra Visa Oro. Estamos desnudos, desamparados, sin un norte al que dirigirnos más allá del mejor producto de marketing inventado nunca, ése al que llaman ESTADO DEL BIENESTAR. Para el crío que estrena BMW al mismo tiempo que estrena su mayoría de edad no hay un universo fuera de su tapicería de cuero y sus subwoofer. Por eso no sabe a dónde mirar para encontrar la explicación de todo lo que ve por la tele, de todo lo que ve en la fábrica en la que trabaja, de todo lo que ve al llegar a casa.

Tengo un vaticinio que es al tiempo una esperanza y una enseñanza de mis mayores: el hombre acabará volviendo a la tierra, a las raíces, porque ahí están las respuestas: trabajo, esfuerzo, mérito, talento, respeto, educación... y humildad.

Las cosas de antes: Episodio 1.



Tengo 34 años. Crecí jugando en la calle. Simplemente abría la puerta de mi casa, bajaba a la "placeta" y mis amigos estaban allí. Bebíamos del mismo grifo en una de esas fuentes públicas, y algunos hasta chupaban de él como de una pajita cuando, habitualmente en verano, sufríamos los cortes de agua tan comunes en el sur de España en las zonas turísticas. Comíamos plastilina y plastidecor en los colegios como si nos fuera la vida en ello, y no habríamos cambiado nuestros Phoskitos y nuestros polos de bolsa (el flash de cocacola era lo máximo) por ningún Actimel del mundo. En los recreos, jugamos al burro (churro, mediamanga, mangotero) mientras los profesores echaban un cigarrito en sus despachos. Viajaba con toda la familia en el Seat 127 azul marino de mi padre, sin cinturón de seguridad, airbag, ABS o GPS, por carreteras mal asfaltadas y casi sin señalizar. A la primera chica que me gustó, simplemente la cogí de la mano y la miré a los ojos. No necesité sms, ni emoticonos, ni messenger, ni ;). Cada verano era infinito, como infinita la espera de dos horas de digestión hasta meternos en el agua. Pescábamos pulpos en playas con arena de verdad que nuestras madres cocinaban en asados perfectos, y no sabíamos lo que era una crema de protección solar de factor 15. Fabricábamos flechas con cañas y chapas aplastadas en la punta y arcos con ramas de palmeras; eso cuando no nos abríamos la cabeza los unos a los otros con los tirachinas compuestos del cuello de una botella de plástico con un globo en el gollete.

No supimos lo que era una pornstar hasta que debimos saberlo, y como no teníamos teléfono móvil, nuestros padres no tenían manera de localizarnos durante horas y horas; aún así, nadie se preocupaba en exceso, porque simplemente estábamos en la calle, jugando. Aprendimos a contar con el Conde Draco y nuestro reloj calculadora nos convertía en los más chulos del barrio por unas horas. Y aunque en ocasiones no entendíamos demasiado bien lo que hacían Pedro Reyes, Alaska o Pablo Carbonell, La bola de cristal nos impregnó para siempre de su espíritu cretivo, libertario y transgresor. Después vinieron los helados en la Venezia y las hamburguesas "especiales" en el Bruselas. Pero eso... eso ya es otra historia.

Supongo que me hago viejo.

J. el Pitoniso

Más por no calentarme la sangre que por otra cosa, porque los motivos se multiplican día tras día, llevo unas semanas sin hablar de este expolio al que antes se conocía como crecimiento desacelerado y al que ahora ya se le llama crisis (ya sabéis, rollo elartistaantesconocidocomoPrince). Los grandes bancos y sus chiringuitos de trilero con mesas de caoba, auspiciados por los gobiernos del mundo civilizado (¿civilizado?), han volatilizado el dinero y ya ni ellos saben bajo qué cáscara de nuez está el garbanzo. Seguro que los que se han quedado con la manteca sí que conocen milimétricamente el agujero donde la tienen escondida. El caso es que, según un sencillo cálculo matemático (estadística + progresión aritmética), hoy debe haber sellado su cartilla del paro el desempleado número 3.000.000. Supongo que no se habrá encendido una de esas lucecitas de los grandes hipermercados que avisan que el comprador número 1.000.000 acaba de pasar por caja y podrá elegir entre una muñeca Pepona o el estupendo Perrito Piloto (¡qué alegría, qué alboroto!), porque la situación habría resultado tan poco divertida como obscena. Y ahora es cuando viene lo de mi anuncio, que hay que empezar a tener un plan "b":

Espacio publicitario.

Pitoniso J. presta (lo de presta, claro está, es un eufemismo) sus servicios de clarividencia al mejor postor. Abstenerse optimistas.
100% de efectividad DEMOSTRABLE (Pinchar aquí).

No se aceptan tarjetas de crédito.

Que "X" nos pille confesados

Me bautizaron e hice la comunión, y desde entonces apenas cuento 5 ó 6 apariciones más por la Casa del Señor. Yo soy de los que cursaron religión en el instituto y ni aún así la semilla de la fe cristiana ha logrado germinar en mi árida alma. Espero que todos estos datos me sirvan de aséptico parapeto a la hora de comentar la noticia aparecida hace unos días en varios diarios digitales:
"Dos guardias civiles se suman a la petición de retirada de símbolos religiosos".

Pues sí, dos agentes de la meretérica han solicitado a la Justicia que retire la imagen de la Virgen del Pilar, patrona de la Guardia Civil, de la entrada del cuartel de la localidad de Almodóvar del Río (Córdoba), porque, según los recurrentes, "conculca su derecho a la libertad ideológica y la obligada aconfesionalidad del Estado”. Esta noticia se alinea con la de la retirada por mandato judicial de los crucifijos del colegio público "Macías Picavea" (Valladolid) apenas unas horas antes. Y lo que te rondaré, morena.

Ya, ya sé que a estas alturas del post te habrás formado una opinión. Incluso es muy probable que la tuvieras antes de empezar a leerlo, y como no es mi intención ofender a nadie, ni a los que creen ni a los que creen que no creen, me limitaré a echar algo de leña al fuego inquisidor, repartiendo argumentos para que nos sigamos midiendo el lomo los unos a los otros:

El artículo 16 de la Constitución española garantiza la libertad ideológica, religiosa y de culto, y en su apartado tercero establece que ‘ninguna confesión tendrá carácter estatal’.

Hala, a cambiar La Semana Santa por La Semana Fantástica (con lo cara que sale), la Navidad por un rollo tipo Acción de gracias, que es lo único que nos queda por importar de los USA, y a la bella ciudad de San Sebastián la transmutamos en un Sebas a secas, que queda más familiar. Y si uno de esos vampiros, animado por la blancura de tu cuello de seda oriental, intentara profanarlo con sus colmillos cómplice de la noche, nada de hacer lo de la crucecita con los dedos. Porque ahuyentarlo igual no lo ahuyentas, pero lo que es seguro es que te caerá una demanda por apología de símbolos religiosos.

Bueno, sigo a lo mío, si es que me puedo sacar esta musiquita de la cabeza...



20N


Hoy es 20 de noviembre de 2008. Han pasado 72 años desde que fusilaron a José Antonio Primo de Rivera y 33 desde Carlos Arias Navarro y su sentidísimo "Españoles, Franco ha muerto". Es curioso, y casi siempre aterrador, contemplar cómo algunas cosas parecen haberse petrificado en el tiempo, cómo nos cuesta entender determinados acontecimientos históricos y cómo seguimos sin resolverlos de una vez por todas. El último, la pantomima de un juez con ínfulas de estrella que no ha sabido hacer lo que debía: justicia. Desde estas líneas, un abrazo a todos aquellos que sólo desean enterrar a sus muertos en paz. Por cierto, y sin venir mucho al caso: el asesino terrorista Txapote acaba de llamar "fascista" al tribunal que lo juzga por sus múltiples atrocidades. Un tipo que le mete un tiro a otro en la nuca por defender unas ideas distintas a las suyas diciendo la palabra fascista. Algunas veces me avergüenzo de lo que somos.

Pro bocando

La provocación es a menudo la vía más rápida y eficiente para despertar una reflexión. Ahora bien, la garantía de éxito queda minimizada en número y en una relación progresiva y contraria a la de la intención de la provocación a mayor grado de ésta última. Me explico, si es que puedo: si la provocación es menor, su respuesta será menos cuantiosa pero mayor su adhesión, probablemente por la simpatía que despierta en nosotros lo que se sale de la raya (siempre que sea otro el que se salga). Si la provocación alcanza unas cotas rayanas en "cosasconlasquenosetontea", se multiplicarán en progresión geométrica las reacciones a la misma, pero siendo menor, o incluso contraria en este supuesto, la relación empática entre estímulo-efecto. Vaya, tampoco he conseguido explicarme esta vez.

Probemos de otra manera:

http://martutenebreak.blogspot.com/

¿Ahora?

Un blogo, dos blogos, tres blogos.

Hace unas semanas me inscribí en uno de esos concursos para blogueros. Lo hice sin intención ni esperanza de ganar, y la mayor prueba de ello es que ni siquiera publicité mi blog o coloqué el logo del certamen en él. Incluso perdí todo el interés hacia la mitad del proceso de las votaciones, máxime cuando comprobé que éstas se movían más por amiguismo y trueque de votos que por la calidad de las bitácoras participantes. En cualquier caso, no critico las bases del concurso, las cuales acepté tácitamente al inscribirme, ni a los ganadores en las distintas categorías. Puedo discrepar de su clasificación pero no dudo en absoluto de la legitimidad de los premiados. Cuando el poder de elección lo tiene el pópulo, la garantía de que la justicia coloque a cada uno en su lugar es tan lejana como la posibilidad de que Belén Esteban acabe un sudoku. Gana el que más votos recibe y punto, y al que no le guste, con irse a zurrir mierdas con un látigo todo arreglado. El caso, y ésa es la excusa de estas líneas, es que me sirvió para descubrir que, entre toneladas de textos que te invitaban a ejercer de voyeur en fiestas de cumpleaños, con sus ganchitos de queso incluidos, y otros acontecimientos de similar y tan vital importancia (YO con mis amigos en un bar, YO de viaje, YO leyendo la etiqueta del bote del champú, YO con YO), se escondían verdaderos tesoros: reflexiones impecablemente escritas, artículos de opinión, relatos, ilustraciones... En definitiva, pequeños soplos de arte e inteligencia a partes iguales, microcosmos personales que han acabado enganchándome a sus periódicos renacimientos. Hace unos días inserté en la parte izquierda de este blog algunos de ellos, esperando que si decidís visitarlos, los disfrutéis tanto como yo. Como ya sé que son mejores que el mío no hace falta que me lo hagáis saber, y si alguno de vosotros se atreve a decirlo en alguno de los comentarios de este post, sus palabras serán vil y cuidadosamente cercenadas, manipuladas y censuradas. Y si además me pilla en un día torcío, lo de Willian Munny (minuto 2:17) os parecerá el mejor de vuestros destinos. Ojito.

Un post largo, fascista y xenófobo.

No acostumbro a copiar textos ajenos (desde luego, no sin citar la fuente) más por vergüenza torera que por otra cosa. Lo que ahora ocurre es que, dada mi sequía creativa, que no de talento por lo que de perenne tiene ésta última, hoy me dedicaré a saquear sin ánimo de lucro (no sea que el gobierno de este país se empeñe en darme a mí también ciento cincuenta mil milloncejos) y cual golfo apandador aquellas ideas que me parezcan las mejores por uno u otro motivo. O las peores, que por contraposición acaban teniendo en el lector inteligente idéntico efecto. Y lo haré con el único y egoísta fin de que no me emigre a otros blogs más fecundos mi paciente y nunca suficientemente ponderado lectorado. Después de estas gilipolleces, tan innecesarias como absolutamente innecesarias, el texto expropiado:

"Cuando digo que este país es una mierda, algún lector elemental y patriotero se rebota. Hoy tengo intención de decirlo de nuevo, así que vayan preparando sellos. Encima hago doblete, pues voy a implicar otra vez a Javier Marías, que tras haberse comido el marrón de mis feminatas cabreadas, acusado de machista –¿acaso no se mata a los caballos?–, va a comerse también, me temo, la etiqueta de xenófobo y racista. Y es que, con amigos como yo, el rey de Redonda no necesita enemigos. Madrid, jueves. Noche agradable, que invita al paseo. Encorbatados y razonablemente elegantes, pues venimos de la Real Academia Española, Javier y yo intentamos convencer al profesor Rico –el de la edición anotada y definitiva del Quijote– de que el hotel donde se aloja es un picadero gay. Lo hacemos con tan persuasiva seriedad que por un momento casi lo conseguimos; pero el exceso de coña hace que, al cabo, Paco Rico descorne la flor y nos mande a hacer puñetas. Que os den, dice. Y se mete en el hotel. Seguimos camino Javier y yo, risueños y cargados con bolsas llenas de libros. Bolsas grandes, azules, con el emblema de la RAE. Cada uno de nosotros lleva una en cada mano. Así cruzamos la parte alta de la calle Carretas, camino de la Plaza Mayor. Imaginen –visualicen, como se dice ahora– la escena. Capital de España. Dos señores académicos con chaqueta y corbata, cargados con libros, hablando de sus cosas. Del pretérito pluscuamperfecto, por ejemplo. En ese momento pasamos junto a dos individuos con cara de indios que esperan el autobús. Inmigrantes hispanoamericanos. Uno de ellos, clavado a Evo Morales, tiene en las manos un vaso de plástico, y yo apostaría el brazo incorrupto de don Ramón Menéndez Pidal a que lo que hay dentro no es agua. En ésas, cuando pasamos a su altura, el apache del vaso, con talante agresivo y muy mala leche, nos grita: «¡Abajo el Pepé!… ¡Abajo el Pepé!». Y cuando, estupefactos, nos volvemos a mirarlo, añade, casi escupiendo: «¡Cabrones!». Me paro instintivamente. No doy crédito. «¡Pepé, cabrones!», repite el indio guaraní, o de donde sea, con odio indescriptible. Durante tres segundos observo su cara desencajada, considerando la posibilidad de dejar las bolsas en el suelo y tirarle un viaje. Compréndanme: viejos reflejos de otros tiempos. Pero el sentido común y los años terminan por hacerte asquerosamente razonable. Tengo cincuenta y siete tacos de almanaque, concluyo, voy vestido con traje y corbata y llevo zapatos con suela lisa de material. Mis posibilidades callejeras frente a un sioux de menos de cuarenta son relativas, a no ser que yo madrugue mucho o Caballo Loco vaya muy mamado. Sin contar posibles navajas, que alguno es dado a ello. Además tiene un colega, aunque nosotros somos dos. Podría, quizás, endiñarle al subnormal con las llaves en el careto y luego ver qué pasa con el otro; pero acabara la cosa como acabara –seguramente, mal para Marías y para mí–, incluso en el mejor de los casos, con todo a favor, hay cosas que ya no pueden hacerse. No aquí, desde luego. No en este país miserable. Imaginen los titulares de los periódicos al día siguiente: «El chulo de Pérez-Reverte y el macarra de Marías se dan de hostias en la calle con unos inmigrantes». «Xenofobia en la RAE.» «Dos prepotentes académicos racistas, machistas y fascistas apalean salvajemente a dos inmigrantes.» Aunque aún podría ser peor, claro: «Marías y Reverte, apaleados, apuñalados e incluso sodomizados por dos indefensos inmigrantes». Marías parece compartir tales conclusiones, pues sigue caminando. A envainársela tocan. Lo alcanzo, resignado, y llegamos a la Plaza Mayor rumiando el asunto. «Es curioso –dice pensativo–. A mí tío, republicano de toda la vida, lo insultaban por la calle, durante la República, por llevar corbata.» Yo voy callado, tragándome aún la adrenalina. Quién va a respetar nada en esta España de mierda, me digo. Cualquier analfabeto que llegue y vea el panorama, que oiga a los políticos arrojarse basura unos a otros, que observe la facilidad con la que aquí se calumnia, se apalea, se atizan rencores sociales e históricos, tiene a la fuerza que contagiarse del ambiente. Del discurso bárbaro y elemental que sustituye a todo razonamiento inteligente. De la demagogia infame, la ruindad, el oportunismo y la mala índole de la vil gentuza que nos gobierna y nos envenena. Ésta es casa franca, donde todo vale. Donde todos tenemos derecho a todo. Cualquier recién llegado aprende en seguida que tiene garantizada la impunidad absoluta. Y pobre de quien le llame la atención, o le ponga la mano encima. O tan siquiera se defienda. Así que ya saben, señoras y caballeros. Ojito con las corbatas y con todo lo demás cuando salgan de la RAE, o de donde salgan. Nos esperan años interesantes. Tiempos de gloria."

Atribuido a Arturo Pérez-Reverte. Por confirmar. (N. del A: Confirmado el 16/11/08).

Ahora el otro texto:

"Me interpela un lector algo –o muy– dolido porque de vez en cuando aludo a España como este país de mierda. El citado lector, que sin duda tiene un sentimiento patriótico susceptible y no mucha agudeza leyendo entre líneas, pero está en su derecho, considera que me paso varios pueblos y una gasolinera. Le extraña, por otra parte, y me lo comunica con acidez, que alguien que, como el arriba firmante, ha escrito algunas novelas con trasfondo histórico, y que además parece complacerse en recuperar episodios olvidados de nuestra Historia en esta misma página, sea tan brutal a la hora de referirse a la tierra y a los individuos que de una u otra forma, le gusten o no, son su patria y sus compatriotas. La verdad es que podría, perfectamente, escaquearme diciendo que cada cual tiene perfecto derecho a hablar con dureza de aquello que ama, precisamente porque lo ama. Y que cuando abro un libro de Historia y observo ciertos atroces paralelismos con la España de hoy, o con la de siempre, y comprendo mejor lo que fuimos y lo que somos, me duelen las asaduras. Aunque, la verdad, ya ni siquiera duelen. Al menos no como antes, cuando creía que la estupidez, la incultura, la insolidaridad, la ancestral mala baba que nos gastamos aquí, tenían arreglo. La edad y las canas ponen las cosas en su sitio: ahora sé que esto no lo arregla nadie. España es uno de los países más afortunados del mundo, y al mismo tiempo el más estúpido. Aquí vivimos como en ningún otro lugar de Europa, y la prueba es que los guiris saben dónde calentarse los huesos. Lo tenemos todo, pero nos gusta reventarlo. Hablo de ustedes y de mí. Nuestra envilecida y analfabeta clase política, nuestros caciques territoriales, nuestros obispos siniestros, nuestra infame educación, nuestras ministras idiotas del miembro y de la miembra, son reflejo de la sociedad que los elige, los aplaude, los disfruta y los soporta. Y parece mentira. Con la de gente que hemos fusilado aquí a lo largo de nuestra historia, y siempre fue a la gente equivocada. A los infelices pillados en medio. Quizá porque quienes fusilan, da igual en qué bando estén, siempre son los mismos. Pero me estoy metiendo en jardines complejos, oigan. El que quiera tener su opinión sobre todo eso, acertada o no, pero suya y no de otros, que lea y mire. Y si no, que se conforme con Operación Triunfo, con Corazón Rosa o con Operación Top Model, o como se llamen, y le vayan dando. Cada cual tiene lo que, en fin, etcétera. Ya saben. Por mi parte, como todavía me permiten y pagan este folio y medio de terapia personal cada semana –es higiénico poder morir matando–, me reafirmo un día más en lo de país de mierda. Y lo voy a justificar hoy, miren por donde, con una bonita anésdota anesdótica. Una de tantas. Verán. Un niño de siete años, sobrino de un amigo mío, observando hace poco que varios de sus amigos llevaban camisetas de manga corta con banderas de varios países, la norteamericana y la de Brasil entre ellas –algo que por lo visto está de moda–, le pidió al tío de regalo una camiseta con la bandera española. «Van a flipar mis amigos, tito», dijo el infeliz del crío. Según cuenta mi amigo, el sobrinete bajó al parque como una flecha, orgulloso de su prenda, con la ilusión que en esas cosas sólo puede poner una criatura. A los diez minutos subió descompuesto, avergonzado, a cambiarse de ropa. El tío fue a verlo a su habitación, y allí estaba el chiquillo, al filo de las lágrimas y con la camiseta arrugada en un rincón. «Me han dicho que si soy facha o qué», fue el comentario. Siete años, señoras y caballeros. La criatura. Y no en el País Vasco, ni en Cataluña, ni en Galicia. En la Manga del Mar Menor, provincia de Murcia. Casualmente, y sólo una semana después de que me contaran esa edificante historia infantil, otro amigo, Carlos, gerente de un importante club náutico de la zona, me confiaba que ya no encarga polos deportivos para sus regatistas con el tradicional filetillo de la bandera española en las mangas y en el cuello. «En las competiciones con clubs de otras autonomías –explicó– están mal vistos.» Dirán algunos que, tal y como anda el asunto, podríamos mandar a tomar por saco ese viejo trapo y hacer uno distinto. Al fin y al cabo sólo existe desde hace dos siglos y medio. Podríamos encargarle una bandera nueva, más actual, a Mariscal, a Alberto Corazón, a Victorio o a Lucchino. O a todos juntos. Pero es que iba a dar igual. Tendríamos las mismas aunque pusiéramos una de color rosa con un mechero Bic, un arpa y la niña de los Simpson en el centro; y en las carreteras, el borreguito de Norit en vez del toro de Osborne. El problema no es la bandera, ni el toro, sino la puta que nos parió. A todos nosotros. A los ciudadanos de este país de mierda."

Arturo Pérez-Reverte


Como veis, ambos textos son patente de corso de D. Arturo Pérez-Reverte, al que ya he dedicado alguna que otra línea en este blog. Y como entendéis, no es D. Arturo persona de hacer prisioneros, ni falta que le hace. El caso es que ahora vendrá algún lector, seguramente más tolerante, democrático y solidario que yo, y me pondrá a caldo en algún comentario, soliviantado no sólo por las palabras del escritor cartagenero sino por mi firme adhesión a ellas, cosa que en este momento hago pública. Como hago público que estoy hasta los mismísimos de la dictadura de lo políticamente correcto, de la farisea discriminación positiva, de los sinvergüenzas que se llenan los bolsillos a su costa y de los necios que los sustentan.

Más ancho que largo, oigan.

¿Frecuencia modulada o modelada?

“A través de las enormes distancias espaciales, unas mentes que son a las nuestras como las nuestras a las de las bestias, unos intelectos vastos, fríos y crueles, miraban a la Tierra con envidia, y lenta pero inexorablemente fraguaron planes contra nosotros”

Así comenzaba la narración radiofónica que, sobre el texto original de H. G. Wells, estremeció a Estados Unidos hace ahora 70 años y 4 días. El 30 de octubre de 1938, el cineasta norteamericano Orson Welles retransmitió una adaptación de la novela La guerra de los mundos tras tomar la palabra de un locutor de la CBS, y millones de estadounidenses creyeron, presas del pánico, que los extraterrestres invadían nuestro planeta. Mucho antes de terminar el programa, en todo el territorio de EEUU había personas rezando, llorando y huyendo frenéticamente para no encontrar la muerte a manos de los alienígenas. Algunos corrieron en busca de seres queridos, otros telefonearon para despedirse o alertar a los amigos, informaron a sus vecinos, buscaron respuestas en las redacciones de los periódicos y las emisoras de radio, o avisaron a las ambulancias y coches de patrulla de policía. Por lo menos seis millones de personas oyeron la emisión y se calcula que más de un millón de ellas reaccionaron alarmadas.

Podéis encontrar más información en la wikipedia, e incluso descargaros el archivo original de audio, recreaciones en castellano (recomendado) o los guiones del programa de radio si buscáis un poco.

El caso es que he querido que esta efeméride me sirviera, al hilo de uno de los comentarios que un amable lector ha dejado en mi post anterior (en el que incluso me otorga el honor de convertirme en "colega" de Leguineche. Eso es un lector bueno. Spammer, pero bueno), para hablar de la radio. Ego confeso: adoro la radio. La radio es a la tele lo que los libros a las pelis, o lo que el erotismo al porno. Es imaginación, cercanía, complicidad... He pasado años literalmente enganchado a La Rosa de los Vientos (D.e.P., MAESTRO Cebrián), Si amanece nos vamos o A cielo abierto, paseando mi infidelidad radiofónica por el dial y aprendiendo que hay otras maneras de hacer periodismo de información y entretenimiento más allá de los talibanes mañaneros de la diestra y la siniestra y de las pestilentes radiofórmulas. Esta entrada no es otra cosa que un homenaje de agradecimiento a aquellos que me han acompañado en tantas horas de vigilia, además de un abrazo solidario al equipo de La noche menos pensada. En este país, en cuanto se te ocurre pensar por ti mismo, te arrean un garrotazo.

ONCE


Escucho Fast Car. Fuera el cielo se cae a pedazos mientras Tracy sueña "I got no plans I ain't going nowhere So take your fast car and keep on driving", y su voz me ofrece la calidez de un refugio en la tormenta. Algunas personas son exactamente eso: una hoguera cuando el frío te parte los huesos o un abrazo cuando la soledad te trae el miedo de estar solo. Hace unos días vi la película Once. Sería, como dice un buen amigo, gastar pilas pa´na´el sepultaros con datos de su ficha técnica o enumerar los galardones que obtuvo el año pasado en distintos festivales y categorías. Podéis acudir a su web oficial o rebuscar un poco en la Red. A pesar de ser una peli "pequeña", su éxito ha sido mayor (aun a pesar de su sesgada distribución comercial) y es sencillo encontrar críticas en foros y webs de cine. Tampoco os voy a hablar del argumento, de la pareja protagonista o de su banda sonora. Lo cierto es que no os voy a hablar de nada más. Llevo días sin poder escribir algo medianamente decente y me falta valor para hacer desfilar por estas líneas a una de las mejores películas que he visto en los últimos años. Acabaría manchándola, como todo lo que toco. O rompiéndola, como todo lo que toco.

Papá, mamá... Yo quiero ser El Duque.

Dostoievski, Borges o Neruda en literatura; Kubrick, Buñuel o Wilder en cine; Bowie, The Beatles o Pink Floyd en música... Cada cual es libre de seleccionar sus referentes, de acercar a su formación humana el ascua de una u otra hoguera, de aprehender más allá de aprender. El problema surge cuando el abanico de elecciones se reduce a un puñado de escoria y se agrava por la falta de criterio del que elige. El resultado no es otro que la deformación, que la involución hacia el desconocimiento. Los pilares de cada uno de nosotros se construyen en nuestra pubertad, prisioneros de una adolescencia que nos transmuta en esponjas superabsorventes precisamente cuando más frágiles somos. Nuestros jóvenes aprenden poco a poco a normalizar comportamientos vacuos, estúpidos y faltos de cualquier asiento moral. Miras a tu padre, que se deja el alma en la obra desde las siete de la mañana para pasarlas canutas a fin de mes cuando a ti te pueden pagar millonadas por enseñar las tetas en Interviu, y el camino al éxito social es una alfombra rosa cuando escupes que te has acostado con no sé qué folclórica jurando mil veces que no es un montaje sino amor verdadero transoceánico. Cualquier chaval de secundaria es incapaz de citar a tres premios Nobel de cualquier categoría, de cualquier nacionalidad, pero recita la lista de concursantes de Gran Hermano sin esfuerzo, y además se congratula de poder hacerlo. El héroe no es el científico, sino el narcotraficante que presume de coches y chicas guapas una vez a la semana en Prime Time. Hoy los referentes sociales son un puñado de descerebrados, incultos o delincuentes, y hacemos poco o nada por evitarlo. El esfuerzo, el trabajo y el talento agonizan: se impone el todo vale y el camino fácil y cómodo. El germen lo ponemos nosotros, los adultos. En unos años, la cosecha no precisará de herbicidas o insecticidas. La cosecha misma será la plaga.

Existir existo, así que ya pensaré luego.

Don Leopoldo Abadía es un ingeniero industrial de 75 años que escribe un blog (como casi todo el mundo) muy interesante (como casi nadie) sobre economía desde hace algunos meses. Lo que era un mero pasatiempo para el Sr. Abadía se está convirtiendo en uno de esos fenómenos de Internet que afloran cada poco como setas de temporada. La diferencia es que esta vez, en lugar de un chaval japonés gordito que canta canciones de ABBA embutido en un traje de Pikachu, es un hombre sabio y coherente el que expone sus reflexiones para el disfrute de aquellos que gozamos aprendiendo. Podría hablaros un poco más del blog (os aconsejo especialmente la lectura de esta entrada) de D. Leopoldo, de su diccionario financiero y sus teorías nada peregrinas, o de la repercusión que su forma de entender el mercado global está teniendo en medios de comunicación y distintos estamentos, pero lo mejor es escuchar cómo él mismo explica lo de los ninjas, las subprime y lo de los ahorros que tienes en tu banco. Perdón, los que pensabas que tenías en tu banco. En esta entrevista, además de su sabiduría nos regala su humildad. Es curioso lo de algunas parejas de conceptos, que parecen inherentes para lo bueno y para lo malo. Exactamente igual que otros tipos de parejas.

El orden establecido


Que el comunismo no funciona y no ha funcionado nunca es algo evidente. Que el liberalismo salvaje resulta en una espiral que condena a los pobres a la miseria más absoluta y favorece a unos pocos un mucho, debería ser a estas alturas igual de evidente. Entonces... ¿qué nos queda? ¿Democratizar el comunismo? No, ambos conceptos se repelen y sería una asociación de ideas contra natura. ¿Establecer mecanismos de control del capitalismo? Tampoco, porque el intervencionismo (estatal) castraría el concepto mismo del libre mercado. Además, y visto el nivel moral y la capacidad PROFESIONAL de nuestros gobernantes, que con esto de la maravillosísima globalización hemos dejado de saber quiénes son realmente, otorgarles aún más poder sería tan peligroso como darle una navaja de afeitar a un chimpancé borracho. ¿Y confiar en un organismo de control, ajeno e independiente de estados y grandes empresas? ¿No necesitaríamos entonces a alguien que controlara a los que controlan? Yo es que ya no me fío de nadie, la verdad. Y no me fío de nadie porque cada día se acrecienta la sensación de que esto no funciona, que esta crisis mundial es, o debería ser si somos capaces de aprender de nuestros errores, el ocaso de un concepto de mercado y, por ende, el momento de empezar a plantearse una nueva estructura social a todos los niveles. Hemos despreciado tantas alternativas (comercio justo REAL, fuentes de energía alternativas, inversión y apoyo a países desfavorecidos, conciencia ecológica, educación más allá del éxito socioeconómico...) que no nos ha quedado otra que asomarnos al abismo, abismo que en mi opinión va mucho más allá del meramente financiero, que supera a bolsas y bancos, que comparte su esencia con el hombre, con su estupidez y su avaricia infinitas. Es necesario un cambio, un nuevo orden, un planteamiento distinto antes de que esta ventana por la que miramos al universo se acabe colgando del todo.

Mellon Collie and the Infinite Sadness

Billie Holiday y toda la lluvia del mundo cayendo sobre mí.

Nothing at all

Strange infatuation seems to grace the evening tide. I'll take it by your side. Such imagination seems to help the feeling slide. I'll take it by your side. Instant correlation sucks and breeds a pack of lies. I'll take it by your side. Oversaturation curls the skin and tans the hide. I'll take it by your side.

tick - tock - tick - tock - tick - tock - tick - tick - tick - tick - tick - tock - tick

I'm unclean, a libertine, and every time you vent your spleen, I seem to lose the power of speech. Your slipping slowly from my reach. You grow me like an evergreen. You´ve never seen the lonely me at all. I... Take the plan, spin it sideways. I... Fall. Without you, I'm nothing. Without you, I'm nothing. Without you, I'm nothing. Take the plan, spin it sideways. Without you, I'm nothing now.

20 mil leuros de viaje submarino

Shhh... venid... acercaos un poco más, que os voy a contar un secreto... Resulta que si un banco quiebra (por favor, no se me alarmen, que ya ha dicho Solbes que eso no va a ocurrir y que tampoco vamos a entrar en crisis), cada entidad sólo garantiza que devolverá hasta 20.000 euros por titular. Ni uno más. Que sí, que eso no va a pasar y que esa hipótesis sólo sería plausible en un contexto de desconfianza financiera, crisis económica mundial, recesión y altos índices de desempleo, así que todo el mundo tranquilo. Yo ni tengo ese capital ni lo tendré nunca, que soy un manirroto, pero para aquellos que besáis con obscenidad adolescente la cartilla del banco antes de iros a dormir, unos pequeños consejos de ADICAE:


Os enlazo un muy interesante artículo de Ana Barandiarán en El Correo Digital respecto a este asunto.


Luego me diréis que no aviso. O que soy una alarmista por avisar. O que no aviso porque soy un alarmista que avisa.
N. del A (12.10.08): Hace apenas unas horas que el Fondo de Garantía de Depósitos se ha incrementado hasta los cien mil euros por titular y entidad. No sé si es una medida tardía o ineficaz, pero en cualquier caso la aplaudo desde estas líneas. Se conoce que Solbes lee este blog ;)


Progresa Adecuadamente

En mi etapa escolar, los profesores usaban el eufemismo "Progresa adecuadamente" para hacer saber a los padres que su chiquillo/a no era un lumbreras, lo que, por otra parte, ahora les habría llevado a la esperanza de que algún día ocupara la Presidencia del Gobierno. El caso es que últimamente el único que progresa (lo de adecuadamente no me queda claro aún) es mi amado hijo bastardo, mi primogénito, mi sangre de mi sangre: mi pequeño Euribor, que a este ritmo será el primero de la clase en muy poco tiempo. Desde sus mediocres comienzos hace ahora diez añitos, ha pasado por el Muy deficiente (nada, un maestro que debió cogerle manía), el suspenso, el cinco pelao y, señores... ¡ayer alcanzó el aprobado! ¡Qué orgulloso me siento de ese 5,505! Además, me ha llamado el dire del colegio y me ha dicho que nunca nadie había sacado una nota tan alta y que el chaval tiene pinta de seguir despuntando. Después me ha dicho algo de no sé qué 900 euros más de una tal hipoteca, que me parece que debe ser una amiga especial que se ha echado mi retoño y a la que debe estar invitando al Bollicao, porque he notado que me empieza a faltar dinero en la cartera. Pequeños diablillos enamorados... En fin, que estoy que no quepo en mí de gozo y quería hacerlo extensible a todos vosotros. Seguro que más de uno sabéis de qué estoy hablando.

Visca Allen

Woody Allen es de esos tipos que suelen despertar de todo menos indiferencia. Genial en sus diálogos, con altibajos en su dirección y mediocre como actor, lleva muchos años atrapando la atención de aquellos a los que nos gusta el cine. Su(s) personaje(s), un batiburrillo de TOCs repartidos a partes iguales entre pasiones y fobias, ha sobrevivido sustentado principalmente en su sentido del humor, cosido de ironía y auto parodia, un poco al estilo del Maestro Groucho. El estreno de su última película, Vicky Cristina Barcelona, escondía una sorpresa que ha tenido a base de Almax a buena parte de los separatistas catalanes durante todo el fin de semana. La razón es que, en una secuencia de la película, Vicky, el personaje que interpreta Rebecca Hall, es preguntada por la razón de su estancia en la ciudad, a lo que Vicky responde:

-"Estoy haciendo un master en Identidad catalana".


Je, je, je, je... Se me escapa la risa tonta.


A los señores de la Generalidad, que han puesto un buen puñado de cuartos en la peli para promocionar Barcelona, se les ha quedado la cara como al protagonista del cuadro de Munch. Es lo que tiene la falta de sentido del humor, que como es bien sabido, está inevitablemente aparejado con la inteligencia. Igual si aprendieran un poco de los vascos, que ejercen el sano ejercicio de reírse de ellos mismo con su "Vaya semanita", llegarían a ver más allá de su corta nariz provinciana.


Este Allen tiene unas caídas...

Sin título

Acostumbro a frivolizar cuando titulo cada uno de mis post, es cierto. Aludo, siquiera de soslayo y entonando con ironía, a ciertos referentes, los míos, que habitan entre lo real y lo imaginado, lo creado y lo mostrado. Hoy, tras leer la noticia que reseñaré a continuación, se me han quitado las ganas de bufonear. Algunos diarios han publicado las cifras relativas a la venta de armas de nuestro gobierno (el octavo mayor proveedor del mundo) a otros países, y avergüenza comprobar que entre los destinos de tan jugoso mercado se encuentran naciones no precisamente garantes de la democracia: Israel, Irán, Venezuela, Colombia... Mejor que yo os lo explica Gervasio Sánchez, Premio Ortega y Gasset de Fotografía, cuyo discurso de recepción del galardón, el pasado 7 de mayo, me permito transcribir. Estaban presentes en el acto la Vicepresidenta del Gobierno, varios ministros y ex ministros, la Presidenta de la Comunidad De Madrid, el Alcalde de Madrid, el Presidente del Senado y centenares de personas. Sin embargo, y por razones que se desvelan en el transcurso de su lectura, el discurso no fue publicado por El País ni por ninguno de los medios que patrocinan ese premio.

"Estimados miembros del jurado, señoras y señores: Es para mí un gran honor recibir el Premio Ortega y Gasset de Fotografía convocado por El País, diario donde publiqué mis fotos iniciáticas de América Latina en la década de los ochenta y mis mejores trabajos realizados en diferentes conflictos del mundo durante la década de los noventa, muy especialmente las fotografías que tomé durante el cerco de Sarajevo. Quiero dar las gracias a los responsables de Heraldo de Aragón, del Magazine de La Vanguardia y la Cadena Ser por respetar siempre mi trabajo como periodista y permitir que los protagonistas de mis historias, tantas veces seres humanos extraviados en los desaguaderos de la historia, tengan un espacio donde llorar y gritar. No quiero olvidar a las organizaciones humanitarias Intermon Oxfam, Manos Unidas y Médicos Sin Fronteras, la compañía DKV SEGUROS y a mi editor Leopoldo Blume por apoyarme sin fisuras en los últimos doce años y permitir que el proyecto Vidas Minadas al que pertenece la fotografía premiada tenga vida propia y un largo recorrido que puede durar décadas. Señoras y señores, aunque sólo tengo un hijo natural, Diego Sánchez, puedo decir que como Martín Luther King, el gran soñador afroamericano asesinado hace 40 años, también tengo otros cuatro hijos víctimas de las minas antipersonas: la mozambiqueña Sofía Elface Fumo, a la que ustedes han conocido junto a su hija Alia en la imagen premiada, que concentra todo el dolor de las víctimas, pero también la belleza de la vida y, sobre todo, la incansable lucha por la supervivencia y la dignidad de las víctimas, el camboyano Sokheurm Man, el bosnio Adis Smajic y la pequeña colombiana Mónica Paola Ojeda, que se quedó ciega tras ser víctima de una explosión a los ocho años. Sí, son mis cuatro hijos adoptivos a los que he visto al borde de la muerte, he visto llorar, gritar de dolor, crecer, enamorarse, tener hijos, llegar a la universidad. Les aseguro que no hay nada más bello en el mundo que ver a una víctima de la guerra perseguir la felicidad. Es verdad que la guerra funde nuestras mentes y nos roba los sueños, como se dice en la película Cuentos de la luna pálida de Kenji Mizoguchi. Es verdad que las armas que circulan por los campos de batalla suelen fabricarse en países desarrollados como el nuestro, que fue un gran exportador de minas en el pasado y que hoy dedica muy poco esfuerzo a la ayuda a las víctimas de la minas y al desminado. Es verdad que todos los gobiernos españoles desde el inicio de la transición encabezados por los presidentes Adolfo Suárez, Leopoldo Calvo Sotelo, Felipe González, José María Aznar y José Luis Rodríguez Zapatero permitieron y permiten las ventas de armas españolas a países con conflictos internos o guerras abiertas. Es verdad que en la anterior legislatura se ha duplicado la venta de armas españolas al mismo tiempo que el presidente incidía en su mensaje contra la guerra y que hoy fabriquemos cuatro tipos distintos de bombas de racimo cuyo comportamiento en el terreno es similar al de las minas antipersonas. Es verdad que me siento escandalizado cada vez que me topo con armas españolas en los olvidados campos de batalla del tercer mundo y que me avergüenzo de mis representantes políticos. Pero como Martin Luther King me quiero negar a creer que el banco de la justicia está en quiebra, y como él, yo también tengo un sueño: que, por fin, un presidente de un gobierno español tenga las agallas suficientes para poner fin al silencioso mercadeo de armas que convierte a nuestro país, nos guste o no, en un exportador de la muerte. Muchas gracias."

Gracias a usted por su valentía, Señor Sánchez.

Lengua de trapo

Algunas veces siento que no se me entiende cuando escribo este blog, que en algún punto entre mi cerebro y el de aquél al que me dirijo, el sentido de mis palabras se pierde por el camino, se contorsiona y distorsiona, disfraza, intoxica... qué se yo. Si lo supiera igual hasta intentaba ponerle remedio. Trato de no decir las cosas a las claras, de ocultar en cada post señales que desvelen mi verdadera intención, signos que deban interpretarse para concluir que estoy siendo irónico, incluso que estoy diciendo lo contrario de lo que pienso. Lo hago así porque me resulta más divertido y porque tengo esta estúpida costumbre de mancharlo todo con dobles sentidos. Lo hago así porque nos va sobrando información y nos va faltando criterio para interpretarla, porque nos hemos convertido en unos lobos que educan a sus hijos a base de playstation y Disney Channel. Unos lobos que miran, plácidamente sentados a la mesa, cómo al otro lado del televisor, en un lugar lo suficientemente lejos para que no nos salpique la miseria y se nos mezcle con las gambas, nos matamos los unos a los otros unos minutos antes de que Valentino presente su colección primavera-verano. Lo hago así porque he llegado a la conclusión de que la información no sirve de nada. LA INFORMACIÓN NO SIRVE DE NADA, y no sirve de nada porque nos ha sepultado, nos ha anestesiado y lo que es peor, va camino de inmunizarnos contra la peligrosa peste del sentido común, porque hemos perdido la capacidad de discernir y lo más importante en estos extraños días es si juega Raúl el domingo o cuándo empieza Gran Hermano. Lo hago así porque es necesaria y urgente una reflexión, cualquier reflexión. Lo hago así porque somos un puto pan y circo de mierda, y esta vez no puedo decirlo más claro. Hablo de gobiernos, de escritores, de música y televisión, de políticos y de no sé cuántas cosas más, y en realidad no hablo de nada porque nadie me escucha.

El ojete apocalíptico

A ver cómo lo explico si no lo entiendo ni yo... El caso es que en la frontera franco-suiza, cerquita de Ginebra, a unos cuantos científicos (en realidad han participado más de dos mil en este proyecto) les ha dado por recrear el principio de los principios: el Big Bang. Para ello han construido El Gran Colisionador de Hadrones (para los que no sepáis qué es un hadrón yo os lo explico, pocicos de ignorancia, que hay que leer más: son partículas subatómicas no fundamentales de fermiones, llamados quarks y antiquarks, y de bosones, llamados gluones. Los gluones actúan de intermediarios para la fuerza de color que une a los quarks entre sí. Sencillo, ¿no?) con el fin de producir la partícula másica conocida como el bosón de Higgs o partícula de Dios (les ha quedado algo pretencioso, la verdad). Bien, pues ahora olvidad todo lo que os he dicho (y que he decidido no enlazar para provocar en vosotros una sana curiosidad científica) porque aquí viene lo bueno: la maquinita en cuestión, que está sin probar y no se sabe si tendrá algún tornillo suelto, podría provocar algunos llamémoslos pequeñosinconvenientesparalaespeciehumanaasícomoparacualquierotraformadevidaomateriaconocida, destacando:

* La creación de un agujero negro estable.

* La creación de materia exótica supermasiva, tan estable como la materia ordinaria.

* La creación de monopolos magnéticos (previstos en la teoría de la relatividad) que pudieran catalizar el decaimiento del protón.

* La activación de la transición a un estado de vacío cuántico.

De todos ellos, el agujero negro es el más chulo. Una cosa que absorbe planetas, estrellas y galaxias debe ser como Carmen de Mairena pero a lo bestia.

Para aquellos que queráis conocer algo más sobre este tema sin acabar naufragando en el mar de mentiras de ésta nuestra red de redes, podéis echar un vistazo en http://www.muyinteresante.es/lhc/index.html. No sé si será verdad lo que dicen, pero estos del Muy Interesante son especialistas en este tipo de tontunas.

Evidentemente, la pregunta que queda en el aire es... ¿qué harías si supieras que mañana se acaba el mundo?

Es una lata el trabajar...

Apenas hace cinco meses que nuestro actual ejecutivo ilustraba su campaña electoral con el lema "Por el pleno empleo". Eran días en los que la palabra crisis ya se veía en la lontananza, pero aquellos que nos atrevíamos a pronunciarla éramos, literalmente, tildados de antipatriotas. Un tipo bastante sabio, y aún más experimentado, dijo una vez que un pesimista sólo era un optimista bien informado. Pues bien, sin ánimo de querer competir con Rapeles y Fusteres digo aquí, ahora, y contradiciendo a todo un ministro de trabajo, que el nuevo año llegará entre más de tres millones de parados. Tres millones de personas con sus respectivos tres millones de familias que ya no entenderán que se les hable de la maldita guerra en Irak o del Prestige, tres millones de ciudadanos a los que, desde la fría óptica del análisis financiero, tendrán que alimentar, vestir y sustentar el resto de trabajadores con sus impuestos (un 37,7% más que el año pasado en gastos en prestaciones por desempleo, y un aumento de la tasa de paro que ha crecido en un 77% en la población inmigrante). Agosto nos deja con cifras de desempleo cercanas a las sufridas en el felipismo, y el dicho "el que no recuerda su historia está condenado a repetirla" se hace presente y, lo que es peor, futuro. Además, el número medio de afiliados también cayó en 244.666 personas, lo que sitúa a la Seguridad Social en tasas negativas de crecimiento, tanto mensuales (-1,26%) como interanuales (-0,77%). Es la mayor caída desde 1992. España es el país europeo en el que más ha aumentado la tasa de desempleo en agosto. También somos los que contamos con mayor número de jóvenes sin trabajo. Además, son todos los sectores, y no sólo la construcción, los que están sufriendo esta incipiente recesión económica. El que sepa interpretar los datos, que lo haga previa ingesta de un bocata de Valiums. El que no, que se rasque la barriga mientras Pepiño Blanco anuncia en los telediarios que los españoles vivimos mejor que nunca.

N. del A: Apenas 24 horas después de mi comentario anterior, el ministro Corbacho admite que es posible (cuando un político dice que algo negativo es posible, significa que nos vayamos preparando porque seguro que ocurre) que el INEM entre en déficit. Además, y sin despeinarse, ha anunciado que "en 2009, el Ejecutivo revisará en profundidad el catálogo de contrataciones en origen con el objetivo de que el año que viene ese contingente de inmigrantes se aproxime a cero". O lo que es lo mismo, lo que hace cinco meses era xenofobia según la progresía iletrada (que no ilustrada) de este país, en el día de hoy se convierte en ... ¿en qué?

La novia muerta del Hombre Araña

Unos minutos antes de encontrármelo por primera vez, una camarera con más pintura encima que La Capilla Sixtina estrangulaba una botella de Jack Daniel´s sobre mi vaso. Salí por la puerta de atrás, boqueando como un pez arrastrado a la orilla, y en ello estaba cuando lo vi apoyado en su coche, fumando, mirando indolente sus Chuck Taylor como quien no tiene otra cosa mejor que hacer. Al fondo del callejón un cartel que anunciaba a los Sex Museum se mecía con desgana al compás del viento, y aquel tipo debió pensar que, intentando sintonizar mis ojos para ver las fechas de los conciertos entre tanto burbon, lo miraba a él. -"A mí también me gustan", musitó, casi hablando para sí mismo, sin ni siquiera alzar la vista del suelo. Años después, cuando le pregunté qué hacía solo en un callejón a las cuatro de la madrugada la noche que nos conocimos, me dijo -"Esperaba a mi chica. No sabía su nombre o su aspecto. Nunca había hablado con ella fuera de mi cabeza, pero pensé que ése era un lugar tan bueno como cualquier otro para esperar a que apareciera la mujer de mi vida". Dimos algunos conciertos juntos, nos soñamos malditos y sacamos a pasear a la Luna cada noche durante semanas, o meses, o años. Después, lo de siempre: los caminos acaban bifurcándose y a nada que te descuidas los putos pájaros se han comido las migas de pan. Ya apenas hablo con él, aunque entro en su myspace de cuando en cuando para seguir dusfrutando sus textos, para hacerlos furtivamente míos y volver así, aunque sea de prestado, a soñarme otro una última vez más.
Con su permiso y el pesar de saber que perderé en su favor a unos cuantos lectores de este blog, probablemente a los mejores, os enlazo su diario. Si luego no os podéis quitar del alma el sabor agridulce, eso ya no es problema mío.

El Rey Arturo

Hará como unos doce años, probablemente más (¡dIOS mío, me hago viejo!) que conocí a Arturo Pérez-Reverte. Yo había acudido con un grupo de alumnos al Casino de Murcia, donde el escritor cartagenero presentaba una de sus novelas, creo que la primera de la saga Alatriste, acompañado por Pepe Perona, uno de sus grandes amigos y, probablemente, el mejor profesor que he tenido en la facultad. Cada una de sus ruedas de prensa, como sus discursos (memorable el que prologó su ingreso en la R.A.E.) o sus artículos, destilaban la misma pasión que su Corso o su Astarloa, conduciendo a su auditorio o a sus lectores a un posicionamiento inexcusable. En esa época yo frecuentaba locales que, siendo benévolos, podríamos calificar como algo alejados de los círculos universitarios. Esa noche volví a encontrar a la pareja en cuestión en uno de esos locales, y envalentonado por mi juventud y un par de copas, me acerqué a su mesa con la inocente intención de presentarle mis respetos y mi admiración. La nebulosa propia del tiempo y de las copas que he mencionado anteriormente (que acabaron multiplicándose en la mesa como si del milagro del pan y los peces, o del gin y el tonic, se tratara) me impiden recordar con exactitud los derroteros que me llevaron a despertar con un libro autografiado y dedicado a un joven grumete que supuse ser yo. Algo recordaba de una promesa de abordar, amparados en las primeras luces del alba, unos cuantos barcos ingleses y pasar a cuchillo a cuantos hijos de la Pérfida Albión encontráramos en nuestra santa misión. Esa noche, y el duelo más que epistolar que mantuvo con D. Victorino Polo, otro de mis profesores (aunque de éste no aprendí nada que no fuera cómo no se deben hacer las cosas) e ilustre jurado de premios cervantinos, y que dejó al titular universitario escaldado entre el regocijo de aquellos a los que no nos quedaba otra que entonar el "Sí, bwuana", despertaron en mí la simpatía por el otrora corresponsal de guerra.
Me faltaría tiempo para entonar en éste post las bondades de una forma de escribir más propias de otro tiempo, de cómo es posible revivir el espíritu de Dumas o Stevenson y encerrar en unas hojas de papel a piratas, espadachines, curas, periodistas, asesinos a sueldo y otras gentes de mal vivir sin perder un ápice de calidad, en relatos perfectamente documentados y estructurados en los que el talento y la pasión se ponen al servicio de la pluma, poblados de personajes tan atemporales como reconocibles, y tan lejanos del bien y del mal como de su crisantema cotidianeidad.

Es obvio que no podría suscribir cada uno de sus artículos de opinión, pero éste, mi post número 51, bien merecía darle al César lo que es del César y a mí el placer de regurgitar un par de recuerdos y de aplausos antes de que no quede nadie a quién aplaudir.

Tengo una llama, que Llama se llama...

La ceremonia de inauguración de los Juegos Olímpicos de Beijing (o Pekín, para los que aún hablamos castellano) está en estos momentos en todo lo suyo. Como no tendré vacaciones este verano y echaré algún ratito que otro poniendo guapo mi blog (a ver si le sale novia y se independiza, que va teniendo una edad), me sobrará tiempo para deciros qué me parece todo esto que han montado los chinos para que parezca que no son tan chinos. De momento, comentar que para todos aquellos que queráis mostrar vuestro descontento con este puchero de dinero, deporte y represión, y además participar en una mani virtual (venga, que seguro que no lo habéis hecho nunca), Reporteros sin Fonteras os lo pone en bandeja. Sólo hay que pinchar aquí y hala, a por ellos, que son pocos y cobardes.

Cinema Paradiso

Antonio Gasset Dubois (fotografía de Jorge Ontalba) es uno de esos referentes, lo que alguien que conocí llamaba "mis jefes" (lo siento, Jam, no estás en esa lista), que se han vuelto imprescindibles con el devenir del tiempo en mi nanoscópica vida. Aprendes a separar el heno de la paja, a estimar unas opiniones por encima de otras, a apreciar y despreciar (en su acepción etimológica) las distintas formas de pensamiento que nos salpican desde la omnipresente sociedad de la información. Gasset Dubois, como Escohotado, Quintero, Pérez-Reverte, Sánchez Dragó (¿Sánchez Dragó?), Arrabal o Savater, suelen exhibir una casi abrumadora capacidad oratoria que nace de la reflexión, la experiencia y el conocimiento, con más aciertos de lo habitual entre tanto desconcierto. Antonio Gasset Dubois dirigió y presentó Días de Cine, respaldado por un magnífico elenco de redactores, aportando una impronta tan personal como libre y libertadora, por encima de concesiones gratuitas y sin hacer prisioneros. Un cráneo previlegiado, que diría el borracho a Max Estrella. Hace unos meses que TVE decidió privarnos de Días de Cine, tras maltratarlo (y maltratarnos) con horarios intempestivos más propios del teletienda, y ningunear así al mejor programa sobre el séptimo arte que se ha emitido en una televisión generalista (tampoco era difícil superar el paupérrimo Cartelera o la colla del Garci). Internet y el YouTube, con su manifiesta capacidad criogénica, albergan algunas de las sentencias casi mesiánicas del genial Antonio Gasset y siguen pintando sonrisas en las caras de aquellos que entendemos la ironía como la más alta expresión del humor inteligente. Sumergirse en el formol del tiempo es la mejor alternativa en estas tardes de estío y hastío:
“Llega el momento de la publicidad, disfrutad del cine si podéis. Si no, también tenéis la música, la literatura o incluso la historia, a no ser que queráis ser presidente del Gobierno.”
“...Lo mejor del festival de Venecia, mi acompañante, aunque por desgracia este enamorada de otro.”
“...Soy consciente que a la hora de emisión de mi programa solo puede ser visto por un puñado de poli toxicómanos insomnes.”
“Se estrena estos días la película El último samurai, protagonizada por el ex-marido de Nicole Kidman, único dato destacable de este actor llamado Tom Cruise.”
“Nunca se fíen de algo que sangra durante cuatro días y no se muere.”
“Quiero aprovechar, como amante de la Fórmula 1, para felicitar al corredor alemán Michael Schumacher por su triunfo en el Gran Premio de San Marino. Da gusto ver en lo más alto del podium a personas ni fatuas, ni engreídas, ni desagradecidas. Espero que continúe la racha.”
“Aprovechen la pausa para revisar su agenda de amigos, encontrarán que han malgastado su preciado tiempo y paciencia en conocer a un montón de ineptos, no se corten, cojan un boli y táchenlos.”
“Hasta el próximo programa. No sabemos ni qué día ni a qué hora nos pondrán, de modo que estén atentos.”
“Sed buenos, y si por lo que fuera no podéis, seguid siendo malos, la diferencia es mínima.”

Maldito Martinet...

Es verdaderamente sorprendente comprobar la enorme cantidad de concursos y certámenes literarios que salpican la Red. Nunca fue tan ágil y barato prolongar los pensamientos propios y/o ajenos y llevarlos a hogares, oficinas o teléfonos de completos desconocidos en una especie de ritual vírico. A mí me gustan especialmente los certámenes de narrativa breve de carácter temático (como el de cartas de amor que ya comenté en otro post hace un tiempo). Ahora, y en un proyecto que tuvo su germen en un cuento hiperbreve de Ernest Hemingway, "Rebaja: zapatos de bebé, sin estrenar" (no, no es el título. Es el cuento), The New York Times ha publicado un libro de relatos que, bajo la autoría de miles de personas, cosecha un éxito de ventas superando en mucho las mejores expectativas de sus editores. Este libro no es sino la consecuencia del original reto que la revista electrónica Smith propuso a sus lectores: escribe tu biografía en seis palabras. Obviamente, la disparidad de estas minicomposiciones es total, un verdadero universo policrómico en el que entran en juego factores tan íntimos y personales como el talento descriptivo, el ingenio o la experiencia vital de cada uno de sus autores, y sirvan estos ejemplos: "Asustado de morir, aterrorizado de vivir", "Mi vida, un capítulo de Seinfeld", "Yo sigo haciendo café para dos", "Cincuenta años, existencia de Dios improbable", "Nacido en California, después nada pasó" o "Nacimiento, infancia, adolescencia, adolescencia, adolescencia, adolescencia".
El caso es que, desde que he conocido esta iniciativa, rumio mis seis palabras viciosamente, las contrato, ordeno y despido una y otra vez, las amaso, las ensamblo, las coso unas a las otras y de nuevo vuelvo a empezar en una espiral monemática interminable. Sé que vosotros, los lectores de este blog, no sois especialmente dados a epilogar éstos mis soliloquios sin fuste, ton ni son. En cualquier caso, y aunque vuestra respuesta no acabe ilustrando este post, ahí va mi guante: ¿cuál sería tu biografía en seis palabras?. La mía fue/es/será "Me sobran cuatro palabras. Tú. Yo."

Nuevo Pequeño Catálogo de Seres y Estares

Cogiendo sin el permiso de los señores García y Portet el título con el que arranco este post, recopilaré apenas de soslayo los acontecimientos que estos días han salpicado nuestra siempre corta e inexplicablemente gratuita existencia. Mis aventuras hospitalarias, con experiencia extracorpórea incluida, me han secuestrado del cuasipecado de escribir. Por cierto, y a este hilo, si alguien puede explicarme cómo funciona la anestesia le quedaría enormemente agradecido. Por más vueltas que le doy no acabo de comprenderlo.
Bueno, pues empezando por el principio (llamadme clásico si queréis), pito pito gorgorito le ha tocado a Ana Belén. La cantante y musa del socialismo (con permiso de Julia Otero) ha saltado al candelabro informativo español con motivo de sus dos últimos conciertos. En el primero de ellos, en Toledo (feudo ZP), se embolsó 57.000 euracos que, y ahí está la noticia, estaban destinados a ayuda al tercer mundo. Estos fondos, provenientes de la partida del 0,7% que el ayuntamiento toledano tenía presupuestados para fines solidarios, han ido a parar al bolsillo de la señora de Víctor Manuel. Seguro que terminó el concierto con la de "Pum, pum... ¿Quién es? Abre la buchacaaa". Respecto al segundo concierto, en el también socialistísimo pueblo de Tineo, en Asturias, lo más destacable es que el caché de la artista (que para cobrar 10 kilitos por 2 horas de show hay que ser una artista, sí señor) lo abonó el ayuntamiento de la localidad. O lo que es lo mismo, los dineros municipales de sus... ¡3.800 habitantes! Sólo una pregunta: señores habitantes de Tineo, ¿de verdad un pueblo con 3.800 habitantes no tiene nada mejor en lo que emplear ese pastón? Sé que el alcalde está privaíco con la foto que se hizo con Ana Belén en el balcón del consistorio, pero tanto dispendio en estos tiempos tan malos para la lírica no puede ser bueno.
En otro orden de cosas (me encanta esta frase), el PP consiguió recabar la atención de los medios con su pantomima de congreso valenciano, haciéndole así un favor al gobierno protagonizando telediarios y periódicos y distrayendo la atención sobre euríbores, bolsas, petróleos, subidas de la luz, etc. Marianonaniano se salió con la suya y ahora el Partido Popular es un partido de centro, mujeres, futuro y no sé qué cosas más. Ni Zerolo se lo habría escrito mejor. "Sombra aquí, sombra allá y maquíllate, maquíllate", que se ha levantado la veda de descontentos.
Por último, que estoy convaleciente y no me convienen los sobreesfuerzos, una única mención a Urkullu y Puigcercós y a su ferviente deseo de que España quedara eliminada de la Eurocopa ante Rusia. Sólo dos conclusiones: 1) Hay que ser paleto, provinciano y acomplejado para desear que una selección deportiva integrada por catalanes, vascos, madrileños o valencianos pierda por motivos únicamente políticos. 2) Hay que ser muy paleto, provinciano y acomplejado, además de ignorante, para desear que, por los mismos motivos políticos, gane la selección rusa. Deberían preguntarles a los chechenos cómo trata Rusia a los nacionalistas.

Start spreadin' the news, I´m leaving today. I want to be a part of it...


Hoy le toca a Bunbury. Para los que os guste leer teatro, aquí tenéis en .doc la obra de Oscar Wilde "La importancia de llamarse Ernesto", de donde Enrique adoptó el nombre de Bunbury. La lectura de una obra dramática es complicada y tediosa, así que allá vosotros. Es como querer disfrutar de un árbol mirando una semilla. Si además esta lectura se lleva cabo con la participación de la pantalla de un ordenador, pasamos a querer disfrutar de un árbol mirando la foto de una semilla. En cualquier caso, su representación escénica es totalmente aconsejable, por mal dirigida e interpretada que esté. Ya hablaré en otro momento de teatro, de Enrique Bunbury, de Baudelaire, de Jim Morrison o de todos juntos. Ahora voy a intentar extirparme esta maldita canción. Después... después me espera Nueva York.



"Me calaste hondo
Y ahora me dueles...
Si todo lo que nace,
Perece del mismo modo,
Un momento se va
Y no vuelve a pasar.
Y decían qué bonito
Era vernos pasear,
Queriéndonos infinito
Pensaban -"siempre será igual".
¿Cómo lo permitimos?
¿Qué es lo que hicimos tan mal?
Fue este orgullo desgraciado
Que no supimos tragar.
Y engáñame un poco al menos,
Di que me quieres aún más,
Que durante todo este tiempo
Lo has pasado fatal
Que ninguno de esos idiotas
Te supieron hacer reír,
Y que lo único que te importa
Es este pobre infeliz.
Me calaste hondo...
Y el día que yo me muera,
Y moriré mucho antes que tú,
Sólo quiero que una pena
Se llore frente a mi ataúd.
Que esta herida en mi alma
No llegó a cicatrizar,
Y estará desesperada
Hasta que te vea llegar.
Me calaste hondo...
Un momento se va y no vuelve a pasar
Un momento se va..."

Sucede que me canso de ser hombre

Robe Iniesta nos dejó los que quizá son los mejores versos de la historia del rock alternativo en castellano. A menudo bajo la coraza de la trasgresión, Robe mostraba claramente sus influencias extramusicales parafraseando a poetas, como en el caso del título que encabeza esta entrada, permitiendo así a Neruda o García Lorca acercarse a una generación que, alumbrando lo que estaba por venir, exhibía un interés famélico por los grandes clásicos de la cultura universal. Extremoduro nunca fue mi grupo favorito, pero están muy lejos de la epidemia de mediocridad que asola la música en castellano. Además, desde que me he despertado, no puedo sacarme "Sucede" de la cabeza, así que éste es mi exorcismo particular:

"Sucede que me canso de ser hombre,
sucede que me canso de mi piel y de mi cara,
sucede que se me ha alegrado el día ¡coño!,
al ver al sol, secándose en tu ventana, tus bragas
Empiezo a solas, sigo por ti y no comprendo nada,
desato tormentas sin rechistar,
sácame algún día del corral, necesito salir.
¡Eh, lejos de mí!
deja que corra el aire, no te quemes, va a salir el sol.
¡Sol, déjame en paz!
La Luna me ilumina, en esta ruina entra la claridad.
¿Quién quiere saber?
si estoy quemado o escondo un corazón helado
y quema mi ser.
No he vuelto a ser el mismo desde que se fue
Gillespie, Zappa, Mercury, Camarón,
y me siento mejor
si sé que tengo una estrellita pequeñita pero firme.
Yo me quedé con su olor,
ella me arrancó la piel,
me dijo justo al final:
no quiero volverte a ver."

Yo

Podría escribir sobre cualquier cosa esta noche. No podría escribir con talento, pero seguro que podría hacerlo sin él. De hecho, me sobra un verbo en condicional en esa frase. Podría hacerlo mientras veo Californication, la nueva serie de Cuatro, con David Duchovny haciendo de una Carrie Bradshaw incorrecta, sin Manolos y mucho más divertida. Podría volver a escribir sobre política, sobre literatura, cine, música... Podría escribir casi sobre cualquier cosa que no sea yo ni las cosas que me dan miedo. Podría escribir de recuerdos de otros, de todo lo que no he vivido y del universo ajeno. Esta noche podría escribir casi sobre cualquier cosa
pero
ahora
sólo voy a mirar los cuatro dígitos del contador de visitas de este blog y revolcarme en mi autocomplacencia, en un ejercicio de onanismo casto, estúpido y risueño.

Churras con merinas

Medidas para afrontar y paliar la tremenda desigualdad que, desgraciadamente, aún discrimina a hombres y mujeres en este país, ni una, pero chistes... La ministra 2.0, Bibiana Aído, se ha metido a humorista. Hoy, en defensa de su indefendible metida de pata, la miembra del gobierno ha declarado en la SER que "Palabras como guay o fistro tuvieron que superar menos obstáculos para ser admitidas por el diccionario de la Real Academia Española". Estimada Sra. Aído: ni fistro ni pecadorl, ni nopuedol, ni jarl... Nada, que no aparecen en el diccionario de la RAE. Voy a intentar explicar una cosa que pensaba que ya todos sabíamos: las palabras tienen género, no sexo. En ocasiones, los términos refieren el sexo de aquello que designan, como "perro" o "perra". En otras, no, como en "jirafa" o "tiburón". Asimismo, "un grupo de especialistas" puede estar compuesto por hombres, por mujeres, o por ambos; lo mismo pasa con una banda, un elemento, una parte... y un miembro. El género de cada palabra, que es una cuestión lingüística, no corresponde inequívocamente con el sexo (si es que lo tiene) de aquello que designa. Es vergonzoso enredar en estas polémicas estúpidas, desviando la atención de lo que realmente importa, de aquello para lo que le pagamos todos. Si, además, quien lo hace parece no tener ni idea de lo que predica, el bochorno alcanza el absoluto. Sus compañeros socialistos (al ritmo que vamos sí es posible que pronto encontremos esta palabra en el diccionario de la RAE) han tirado de tippex y en el borrador de su intervención en el congreso no aparece lo de miembras. A propósito... ¿no es eso delito por falsificación de documento público? No sé, no sé.