Un blogo, dos blogos, tres blogos.

Hace unas semanas me inscribí en uno de esos concursos para blogueros. Lo hice sin intención ni esperanza de ganar, y la mayor prueba de ello es que ni siquiera publicité mi blog o coloqué el logo del certamen en él. Incluso perdí todo el interés hacia la mitad del proceso de las votaciones, máxime cuando comprobé que éstas se movían más por amiguismo y trueque de votos que por la calidad de las bitácoras participantes. En cualquier caso, no critico las bases del concurso, las cuales acepté tácitamente al inscribirme, ni a los ganadores en las distintas categorías. Puedo discrepar de su clasificación pero no dudo en absoluto de la legitimidad de los premiados. Cuando el poder de elección lo tiene el pópulo, la garantía de que la justicia coloque a cada uno en su lugar es tan lejana como la posibilidad de que Belén Esteban acabe un sudoku. Gana el que más votos recibe y punto, y al que no le guste, con irse a zurrir mierdas con un látigo todo arreglado. El caso, y ésa es la excusa de estas líneas, es que me sirvió para descubrir que, entre toneladas de textos que te invitaban a ejercer de voyeur en fiestas de cumpleaños, con sus ganchitos de queso incluidos, y otros acontecimientos de similar y tan vital importancia (YO con mis amigos en un bar, YO de viaje, YO leyendo la etiqueta del bote del champú, YO con YO), se escondían verdaderos tesoros: reflexiones impecablemente escritas, artículos de opinión, relatos, ilustraciones... En definitiva, pequeños soplos de arte e inteligencia a partes iguales, microcosmos personales que han acabado enganchándome a sus periódicos renacimientos. Hace unos días inserté en la parte izquierda de este blog algunos de ellos, esperando que si decidís visitarlos, los disfrutéis tanto como yo. Como ya sé que son mejores que el mío no hace falta que me lo hagáis saber, y si alguno de vosotros se atreve a decirlo en alguno de los comentarios de este post, sus palabras serán vil y cuidadosamente cercenadas, manipuladas y censuradas. Y si además me pilla en un día torcío, lo de Willian Munny (minuto 2:17) os parecerá el mejor de vuestros destinos. Ojito.

1 comentarios:

Anónimo dijo...
15 de noviembre de 2008, 23:27

Gracias. Tu blog también está en mi lista.
Saludos.