¿Está el enemigo? Que se ponga.



La inútil titular del inútil Ministerio de Igualdad se estrenó ayer en el Congreso a lo grande, abriendo su discurso con un “Miembros y miembras de esta comisión" (quizá le faltó membrillos). Qué vergüenza. Presentaba un proyecto, su gran proyecto personal, que gravita en torno a lo que sería una línea telefónica para el maltratador. Según la señora ministra, cuando uno de esos indeseables que se dedica a maltratar o vejar a su mujer sienta el deseo irrefrenable de hacerlo, ahora podrá detenerse, coger el teléfono y, sentadito en su sofá, contarle al operador de turno lo malote que iba a ser: -"Perdone, pero iba a atizarle a mi mujer, como el animal que soy, y he pensado que mejor los llamo a ustedes y así se me pasan las ganas". Dice Bibiana Aído que el nuevo servicio “ayudará a canalizar su agresividad, en vez de recurrir a la violencia”. Joder, parece uno de esos chistes de Gila. Lo que debería ser una lucha por la igualdad de derechos entre hombres y mujeres, porque ambos tengan las mismas condiciones salariales, por una ley real con medidas eficaces contra la violencia de género o por arreglar de una vez el olvidado asunto de las custodias de los hijos, se está convirtiendo en una pantomima progre y cursi que nos costará este año unos 43 millones de euros. ¿Alguien podría decirle a la ministra bloguera que está haciendo el ridículo, por favor?

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