
Entre las respuestas en éste y otros blogs a mi disertación sobre el bus tuneado de los ateos y los no ateos, la investidura de
Obama (ya no sé si
SÓLO es presidente de los USA o lo han ascendido a categoría de semidios), Almunia
chapándole la guitarra a Solbes en cuanto a predicciones económicas se refiere, y
el anónimo comentador que de vez en cuando aparece como un furtivo para
medirme el lomo y desvanecerse después, con un
modus operandi rollo susurros de la primera temporada de
LOST, me falta tanto tiempo como ganas me sobran de tirar de teclado y acudir a la llamada de la berrea digital.
Sobre lo que opino del bus ateo, del evangelista (¿o era evangélico? ¿me estoy repitiendo, verdad?), de las religiones, de los religiosos y
correligionarios, y de la mismísima existencia de Dios, no voy a incidir una segunda vez. Ya hay varias, sesudas y muy diversas opiniones al respecto en los comentarios a esa entrada, además del post en el blog de
Javier, y me temo que en cuestiones de fe, si la humanidad no se ha puesto de acuerdo en miles de años, no lo vamos a hacer nosotros en cuatro tardes. Además, y por su propia naturaleza, credo y razón son inmiscibles. Y así deben ser.
En cuanto a la ceremonia de investidura de Obama, la verdad es que aún la estoy digiriendo, así que dejaré pasar unos días. De momento, mucho ruido; esperemos que por abundancia de nueces.
De Solbes... pero si es que de Solbes está todo dicho. Yo aconsejaría visionar el
debate que mantuvo con el aspirante Pizarro "el fugaz". Es curioso que acabara ganando el duelo el que más mentía. Perdón, el que menos sabía. Perdón, el más optimista.
Y respecto al
anónimo, el que no sabe si ciberbautizarse o seguir en el mundo de lo ignoto, lo imagino exactamente como al
Dr. Claw, agazapado tras su monitor, tallando con su navaja suiza una
J. en cada bala, con esa sonrisa maliciosa de quien se sabe con la ventaja de la respuesta.
Y me gusta.
Me gusta no saber quién eres y me gusta que te fijes en los títulos de mis posts. Me gusta porque, a menudo, suelen ser lo único que escribo en serio, usándolos para contradecir lo que viene después y debajo, escondiendo en ellos toda la intención de la que soy capaz de hacer acopio. Ahora que lo has descubierto al mundo, ya no será tan divertido seguir haciéndolo. ¿Ves lo que pasa por contar un secreto?