Hace unos días,
Galina y
Lajos comentaban en su
blog, un batiburrillo sobre lo divino y lo humano que cultivan al alimón, el cambio de la tendencia migratoria de esos animalillos de temporada, el
viâtor aestâtis*. Y es que todos los informes, oficiales y oficiosos, coinciden en que
Spain ya no es tan
different y los turistas empiezan a darse cuenta.
En los 60´s y 70´s, un
tourerou, una gitana vestida de faralaes, miles y soleados kilómetros de playas naturales y el tinto en porrón, hacían de nosotros y nuestro país un destino exótico, un imán para las gentes civilizadas de allende los Pirineos. Los europeos no venían a España por este o aquel monumento, por nuestros museos o nuestra oferta cultural: venían porque éramos diferentes. Y baratos. Y ahora hemos dejado de ser ambas cosas. Estos últimos años
imitamos pésimamente lo que se hace (desde hace más tiempo y mejor que nosotros) en otros países, los putos resorts y hoteles con SPA aparecen como champiñones, de un día para otro, y con especial querencia en
zonas protegidas (tampoco en esto somos originales, que lo inventaron al otro lado del charco) y, para colmo, somos más caros que la sangre. Nos hemos equivocado en la oferta, no hemos entendido que un alemán sólo quiere tomar el sol hasta abrasarse y un chiringuito en el que tomarse una cerveza fresquita, frente a una ración de sardinas, porque eso es precisamente lo que no puede tener en su país, y que quiere hacerlo en un lugar con buenas condiciones de seguridad, sanidad y con alternativas de ocio y cultura (y hasta aquí, nadie ha dicho que esté contra los buenos hoteles y restaurantes). El dinero que deberíamos haber empleado en la mejora de los servicios lo hemos emparedado, literalmente, y cuando hemos empezado a venderle al
guiri lo que ya tenía, sencillamente ha dejado de interesarle. Y como somos tan asombrosamente estúpidos, no hemos previsto que esto ocurriría, o sí, pero hemos mirado hacia otro lado. Y como tampoco hemos desarrollado otras alternativas en cuanto a turismo (el
rural es como el jugador promesa de los juveniles y que no acaba de jugar en el primer equipo, y el
cultural es que ni va convocado), la gallina de los huevos de oro apenas va sirviendo ya para hacer un caldo, pero de los que cuecen y no enriquecen.
*Nota: traducción más que libre, libérrima, de "turista".