
Los gobiernos de las naciones (de ésta, de las otras, de las de ahora y de las de antes) han utilizado desde siempre sistemas de escucha telefónica, rastreo de correos electrónicos y hasta habrán cacheado a alguna paloma mensajera con cara de sospechosa en aras de la seguridad general, y con ese mismo propósito, han mantenido en secreto sus métodos hasta que ellos han decidido hacerlos públicos, lo que indefectiblemente conduce a la conclusión de que al final sólo sabemos lo que los hombres de negro quieren que sepamos. Por si acaso, y con el fin de contribuir poniendo mi granito de arena en esta psicosis conspiranoica, yo ya he chequeado si tengo el móvil pinchado siguiendo las instrucciones que publicó la revista Época el pasado mes de julio. Marcas *#06# y si te sale el número de serie del aparato es que nadie se ha interesado por tu miserable vida. Aunque igual todo es una estrategia para que el móvil quede desprotegido una vez marcada la secuencia en cuestión, o peor aún, autopinchado y con envío automático de la conversación a la redacción de Sálvame, donde pequeños aprendices de Karmele salivan escuchándote decirle a tu madre que lo del forúnculo en el culo va mucho mejor que antesdeayer.
Y tú, ¿de verdad no vas a marcar la maldita secuencia?
(Como siga así, acabaré escribiendo la séptima temporada de LOST del tirón)