
Estaba yo en mis cosas del escribir, con la CNN de fondo, cuando casi sin mirar la pantalla me he abandonado al zapin digital (oye, con lo de la TDT, ¿no se supone que todo sería diferente y entraríamos en una dimensión ulterior en lo audiovisual? ¿Y soy el único que no ha notado ninguna diferencia?) hasta caer en TVE1. Caer, sí, y de bruces, porque el castañazo que me he llevado en mi moribundo sentido común ha sido descomunal al padecer a un tal John Cobra cantando (¿cantando?) un rap (¿rap?) con la intención de repetirlo en Eurovisión (¿Eurovisión?) en representación de España (¿?). No había escuchado semejante abominación en mi vida, y que conste que una vez toqué en unas fiestas de pueblo donde la actuación estelar corría a cargo de Bustamante. No contento con el martirio que acababa de parir, y al verse increpado por el eurofan público presente, el interfecto se ha echado mano al paquete, de manera repetida y al grito de -“Me coméis la polla todos” como si de un mantra liberador se tratara. La Igartiburu, al borde del síncope, le daba pasaícas en la cara mientras le decía -“Cariño, tranquilízate”, en lo que se podía interpretar una situación de apuro televisivo derivado del directo del programa, aunque yo apostaría a que en el fondo estaba acojonada por si el penco se ponía a repartir guascas y a ella le caía la primera. El artistazo ha pedido entonces disculpas, cariacontecido, hasta que alguien del público ha vuelto a silbarle y entonces, enardecido y como volviendo a la vida, ha repetido su estribillo (el de me coméis la polla todos, no el de la canción, por suerte) adornándolo con un
-“Que os den por culo, maricones”.
Ahora a lo que iba, que el vídeo seguro que ya está en Youtube y aquí huelgan más detalles sobre el mismo (perdonad que no lo enlace, pero ando mal del estómago y un solo fotograma podría ser fatal): Esta escoria antropomórfica ha salido en la tele pública, la que pagamos tú y yo, porque una legión de sus iguales así lo han decidido con sus votaciones, con sus miles y miles de clicks de ratón en la web de RTVE. Amigos, esto es la DEMOCRACIA (δεμοσκρατοs), así, en letras mayúsculas, en su expresión más pura, nívea y virginal. La maravillosa y pluscuamperfecta democracia, la madre protectora que nos libra de absolutismos, la hermosa novia del pueblo al que hace uno, grande y libre.
¿O no?
Porque ¿cuál es la diferencia entre la dictadura de un cabrón y la dictadura de millones de imbéciles? A fin de cuentas ambos eligen por mí, ambos me someten a sus decisiones y ambos me erigen en su representado por encima de mi voluntad. El primero, amparado normalmente en la fuerza (acaso divina), y los segundos en la justificación de su número. Vamos, que son más, como si eso tuviera algo de positivo per se. El caso es que yo no encuentro una garantía de criterio o inteligencia en ninguna de las dos, que lo de encontrar ejemplos de pifias de la vox populi sería aburrido por lo triste y evidente, y lo de elegir lo menos malo nunca ha ido conmigo por una simple cuestión de coherencia. ¿Alguna vez os habéis preguntado, ante la hipótesis de que el fin de la especie estuviera próximo y fuera necesario elegir qué cosas salvar para representarnos ante una civilización venidera, cuáles serían las escogidas si se entregaran a la voluntad del pueblo? ¿Qué libro? ¿Qué canción, película o programa de televisión? ¿Qué eminente personaje sería el parangón de nuestra sociedad?Cristiano Ronaldo, Sálvame, Titanic, Colgando en tus manos y Harry Potter, por orden inverso a las preguntas planteadas. No lo digo yo, lo dice la mayoría. Yo sólo me conformo con intentar quitarme el miedo del cuerpo cuando pienso estas cosas.