Se iba a romper España y ahora resulta que lo que se hace añicos es el Partido Popular. Explique hace más de dos meses (ésta me la apunto) en otro post que si el PP no cambiaba su estrategia política, conservaría su fiel electorado pero difícilmente aumentaría su número, al menos a corto plazo. Parece que Mariano Rajoy ha empezado a pensar lo mismo y les está dando puerta a aquellos que se habían partido la cara por él haciendo el papel de poli malo: Aceves, Zaplana... El líder popular (al menos hasta junio) corre a ocupar el centro democrático, ahora que medio país está descentrado, y ya ha hecho de Gallardón su gregario de lujo (y el madrileño, encantado) mientras históricos del partido, como San Gil o Aguirre, entonan un "por ahí no paso". Por contra, desde la COPE o El Mundo le tiran de las orejas mañana (radiofónica) sí, mañana también, en un intento de sublevar a las masas contra Rajoy y en favor de lo que han dado en llamar "los valores tradicionales del Partido Popular". La diatriba es complicada: O voy a por el voto de centro, con el consiguiente desencanto de los votantes de derechas "de toda la vida", o me quedo donde estoy y donde me han dado 2 que me den 3. ¿La pastillita azul o la pastillita roja, señor Rajoy?
Mientras tanto, Solbes se frota los ojos cada vez que ve a los Telediarios abrir con la crisis del PP. El Euribor supera día tras día su máximo interanual y el superavit se va al garete con el tema de los 400 euros (este gobierno se pule los cuartos para cuatro años en cuatro meses), pero el circo está, por esta vez, en el otro lado.
Como diría un buen amigo mío, "los pájaros tirándose a las escopetas".
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