A esta voz, Maximus Decimus Meridius arengaba a sus hombres con la promesa de la gloria y la fama (la fama de verdad, la etimológica, la que se ganaba a fuerza de hazañas y no de portés) en la magnífica Gladiador del magnífico Riddley Scott. Han pasado algunos siglos desde la batalla contra los germanos, aunque las guardias pretorianas aún perduran con otros objetivos más alejados del buen nombre y más cercanos a los sestercios.
Esta mañana, el diario Público repartía estopa a sus colegas de El País haciendo gala de un servilismo político que ya no sé si me causa más pena o risa. No basta con sacudir cada día a los que piensan de otra manera (porque, señores, hay muchas maneras de pensar. Muchísimas), sino que ahora incluso sueltan tarascadas a aquellos que osan expresar su opinión en el ejercicio de su profesión y de su libertad. La explicación es sencilla y se puede resumir a modo de esquema: David Taguas pasa de presidir la Oficina Económica de Moncloa a presidir Seopan, o lo que es lo mismo, de vigilar lo que hacen las grandes empresas, incluyendo las constructoras, a presidirlas (y además cobrando el 80% de paro de su sueldo de funcionario). Ante semejante falta de ética, en El País no han hecho otra cosa que lo que tenían que hacer, que es contarlo, y consecuencia de ello se les han venido encima las siete plagas. Lo que no cuentan es por qué su propio grupo de comunicación también tiene en nómina aun buen número de ex (y no tan ex) altos cargos socialistas. Aunque igual lo que le pasa a Público es que le da pelusilla porque algunos de sus dirigentes (como el Consejero Delegado de La Sexta) también han hecho el mismo recorrido y se ha montado menos jaleo...
¡Ah, ya caigo! ¡Que no es por eso! ¡Que es por lo de Mediapro o por lo de Audiovisual Sports o por lo de Prisa o por lo del fútbol o por lo de Roures o por lo de... uy, qué líooo!
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