Artículo 14: Igualdad ante la ley (Capítulo Segundo del Título I, de los Derechos y Libertades)."Los españoles son iguales ante la ley, sin que pueda prevalecer discriminación alguna por razón de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión o cualquier otra condición o circunstancia personal o social".
Nuestra Constitución, la que ampara al conjunto de los españoles, es la mejor herramienta para combatir la discriminación en el ámbito de la legislación. Ahora nuestro Presidente del Gobierno se ha sacado de la manga el Ministerio de la Igualdad, un proyecto personal tan costoso como innecesario en un estado de derecho, y que tiene como principal exponente la tan famosa "cuota sexual", que prima el ser hombre o mujer sobre el trabajo, el mérito o el talento. Esta cuota, que ya castiga a la empresa privada, con capital privado, discrimina en razón del sexo en un intento estúpido por infructuoso de compensar una triste realidad social: las peores condiciones laborales de las mujeres frente a los hombres, sobre todo en lo que se refiere a salarios. Este nuevo ministerio, que bien podría haber sido una Secretaría de Estado dependiente de Presidencia, lo que nos habría ahorrado a los contribuyentes unos buenos dineros, viene a ser el escaparate de la demagogia más arrogante y efectista esgrimida por nuestro gobierno. Desde luego, es intolerable discriminar a una persona por razón de sexo, pero... ¿no es eso precisamente lo que hace la Ley de paridad? Por más vueltas que le doy, sólo veo una absoluta contradicción. La igualdad entre los españoles es, o debería ser, una materia transversal, presente en todos los ámbitos de gobierno y, por ende, en sus ministerios: igualdad económica y lingüística, igualdad en temas de agua o subvenciones y, esencialmente, igualdad en todo el territorio nacional. En mi opinión, se está tejiendo un entramado de ingeniería social, empezando por la Educacíón para la Ciudadanía, que es principio y fin de una clase gobernante acomplejada, en la que la progresía más recalcitrante se ha autoconferido a la manera de la Inquisición y con afán desmedido, el intervencionismo más absoluto.
Respecto a esta igualdad farisea y como ejemplo de ella, el tema del trasvase del Ebro a Barcelona (la ministra dice que no es un trasvase, que sólo es llevar agua de un sitio a otro de manera circunstancial. Vamos, lo que es mismamente trasvasar). Este asunto está soliviantando al levante, un levante sediento, un levante de campos agrietados, cosechas perdidas y agricultores arruinados que llevan años ninguneados en lo que a política de agua se refiere (ni una sola desaladora se ha puesto en marcha en los 4 años de gobierno socialista. Bueno, sí, dos, las que ya había comenzado el PP). El líder socialista aragonés, Marcelino Iglesias, portó con orgullo el lema "Si votas PP, votas trasvase" en la pasada campaña electoral. Me pregunto qué cara habrá puesto esta mañana al desayunarse con la foto de un sonriente Montilla en plan miniyo sabiendo que, con los votos catalanes trasvasados al PSOE en las pasadas elecciones, tiene la sartén por el mango. Quid pro quo.
Por cierto, ya se comenta que en el horizonte de esta legistatura se adivina un nuevo ministerio, el culmen del talante, el mesías de cualquier sociedad que aspira a la felicidad completa... ¡El Ministerio del Buen Rollito!
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